
¡Hola, querida comunidad! ¿Alguna vez te has preguntado por qué, a pesar de contar calorías, esos antojitos industrializados parecen pegarse a tu cintura como imán? O peor aún, ¿por qué después de un paquete de papas o unas galletas ¡sientes más hambre que antes!? Nosotras, las mujeres mexicanas, vivimos en una montaña rusa de obligaciones y a veces la comida rápida parece nuestra mejor aliada… pero hoy descubrirás por qué esa relación nos sale tan cara.
Engañan a tus hormonas del hambre
La ciencia ha descubierto que los ultraprocesados no solo aportan calorías, sino que desajustan tus señales de saciedad. Se ha encontrado que las personas consumían 500 calorías más al día con una dieta ultraprocesada, debido a que estos productos alteran hormonas como la grelina (que estimula el apetito) y el péptido YY (que lo reduce). Así, comes más sin siquiera notarlo y tu cuerpo no registra llenura real.
Su densidad calórica es tramposa
¿Sabes esa bolsita de frituras que devoras en un minuto? Puede tener las mismas calorías que un plato de frijoles con nopales, queso y aguacate… ¡pero sin nutrirte! Los ultraprocesados son calorías vacías: mucho volumen energético pero mínimo aporte de fibra, vitaminas o minerales. Esto explica por qué, incluso con igual cantidad calórica, las dietas ultraprocesadas generan mayor ganancia de grasa corporal.
Te hacen comer más rápido (y más cantidad)
Su textura blanda y alta palatabilidad —lograda con mezclas de sal, azúcar y grasas— permite consumirlos rápidamente, sin masticación prolongada. Esto evita que tu cerebro reciba a tiempo las señales de saciedad, llevándote a ingerir porciones mayores antes de sentirte satisfecha. Los alimentos tradicionales —como una ensalada de jícama o una sopa de verduras— exigen masticación y ralentizan tu ingesta.
Contienen aditivos que dañan tu metabolismo
¡Aquí viene el dato fuerte! Investigaciones recientes vinculan los ultraprocesados con mayores niveles de ftalatos (disruptores endocrinos presentes en empaques plásticos y aditivos), que afectan negativamente tu producción hormonal. Estos compuestos interfieren con tu metabolismo y podrían promover acumulación de grasa abdominal.
Son adictivos por diseño

La industria alimentaria crea productos con el “punto de éxtasis” perfecto: esa combinación exacta de sal, azúcar y grasa que sobreestimula tus centros de placer cerebrales. Esto genera antojos recurrentes —¿te ha pasado que solo de oír “Crunch” piensas en papas?— y cycles de dependencia similares a los de otras adicciones. Romper este círculo vicioso es clave para liberarte.
Desplazan alimentos auténticos y nutritivos
Cuando llenas tu alacena con productos empaquetados, reduces espacio para lo fresco y natural. En México, un alto porcentaje de las calorías diarias de lxs niñxs provienen de ultraprocesados, lo que explica por qué un tercio de ellos vive con sobrepeso u obesidad. Priorizar el maíz, frijol, chile, jitomate y las más de 300 variedades de quelites ¡es reclaimar nuestra herencia culinaria saludable!
Mito vs. Realidad
Mito: “Los productos light o bajos en grasa son saludables”.
Realidad: Muchos de estos alimentos son ultraprocesados: contienen edulcorantes, emulsionantes y saborizantes que alteran tu microbiota intestinal y favorecen la ganancia de peso a largo plazo. La verdadera salud viene de alimentos mínimamente procesados.
Comparación: Alimento tradicional vs. Ultraprocesado
Alimento Tradicional | Ultraprocesado | Densidad Nutricional |
---|---|---|
Taco de frijoles casero | Pizza congelada | Alta vs. Calorías vacías |
Aguas frescas naturales | Refresco | Hidratante vs. Azúcar líquida |
Fruta entera (mango, jícama) | Barrita energética | Fibra vs. Aditivos |
Palabras expertas: Romain Barrès, profesor e investigador, advierte: “Nos impactó la cantidad de funciones corporales afectadas por los alimentos ultraprocesados. Las implicaciones a largo plazo son alarmantes”.
Su bajo costo es engañoso (y peligroso)
Sí, un refresco cuesta menos que un agua de frutas natural, pero el precio real lo pagas en salud: diabetes, hígado graso, infertilidad. Además, estudios confirman que la dieta basada en ultraprocesados cuesta un 40% menos que una de alimentos no procesados, lo que explota la vulnerabilidad económica de muchas familias. Invertir en comida real es invertir en tu bienestar futuro.
Afectan tu salud reproductiva
Para nosotras las mujeres, esto es crucial: el consumo regular de ultraprocesados se asocia con desbalances hormonales que pueden alterar ciclos menstruales, fertilidad y salud metabólica durante el embarazo. Reducirlos es un acto de amor propio y cuidado generacional.
Crean un ambiente obesogénico a tu alrededor
México ha tomado medidas históricas —como prohibir la venta de comida chatarra en escuelas— porque reconoce que estos productos diseñan entornos que promueven la obesidad. Como mujer, eres agente de cambio: al elegir distinto, proteges a tu familia y exiges espacios más saludables.
Tu microbioma intestinal los detesta
Los aditivos y falta de fibra en los ultraprocesados dañan tu bacteria intestinal beneficial, vinculada no solo a digestion óptima sino también a tu estado de ánimo, sistema inmune y capacidad para mantener un peso equilibrado. ¡Cuida tu intestino con comida real!.
Querida lectora, entender por qué los ultraprocesados engordan más va beyond las calorías: es sobre cómo interactúan con tu biología, tu cultura y tu economía. Pequeños cambios —intercambiar el pan de caja por tortillas de maíz, preparar tus salsas o elegir nueces en lugar de frituras— reconstruyen tu salud desde lo cotidiano. Recuerda: no se trata de perfección, sino de progreso consciente y cariñoso. Tu cuerpo merece comida que lo nutra, no que lo castigue. ¡Tú puedes, juntas lo logramos!